En Navidad enviamos nuestros mejores deseos, casi siempre de corazón.
Y en muchas empresas se ha establecido también la buena costumbre de felicitar la navidad o el nuevo año, según la creencia, o la ausencia de ella, del editor. Así esta época se llena de mensajes de paz, de felicidad y de buenos deseos. ¡También está muy bien!
Lo que pasa es que, aprovechando el viaje, y ya que se va a hacer un envío masivo a todos los clientes, proveedores y personal relacionado con la empresa, pues se aprovecha a mandar un mensajito publicitario a veces subliminal y a veces totalmente evidente.
No soy quien para crticar, pero lo voy a hacer:
Aprovechar la navidad para hacer propaganda evidente es MUY ABURRIDO. Mostrar en una felicitación navideña los preciosos edificios, puentes, túneles y carreteras que hemos hecho a lo largo del año me parece MU HORTERA y MU CANSINO.
Lo siento por mis amigos que me mandan ese tipo de crismanuncios. Aprovecho el magnífico púlpito que Leo ha creado en el que me deja expresarme para quejarme públicamente, desde mi invisibilidad, de los pesaos presuntuosos que nos bombardean con sus hazañas ingenieriles.
O sea que si yo pongo un rey mago con gafas, y al rubio lo visto con un traje negro ajustado y melenas jevi, ¿es que no he hecho nada en todo el año?, ¿es que me lo he pasado pensando en como disfrazar al Melchor?. No hombre, NO. He estado currando.
Ahora llega el momento de felicitar la navidad o el año nuevo y no de decir “yo sí, tu no”. Como cuando vas a casa de un amigo y se pasa cincuenta minutos enseñándote las fotos de su viaje a Bali. Te está diciendo “Yo sí, tu no” y eso es de mala educación. ¡Ponlas en Picassa tío y déjame en paz!, ¡será por medios!
Aprovechemos la navidad para hacer de las obras de ingeniería algo entrañable que nos una. Enviad crismas blancos, como las marcas del súper. Si queréis felicitar la navidad haced postales navideñas que nos devuelvan la alegría por compartir y no por diferenciarnos y así en estos malos tiempos para la lírica que llegan, en los que la envidia y la competencia van a empezar, si no lo han hecho ya, a cizañear nuestra vida cotidiana, tendremos un motivo para sentir calor en nuestro espíritu.
Adjunto la postal de un amigo que ama las obras públicas y por eso el belén, la máxima expresión del amor para él que es católico, lo coloca en una obra civil, y tiene su gracia. Bravo amigo.
sábado, 27 de diciembre de 2008
lunes, 22 de diciembre de 2008
¿Por donde vendrán los nuevos tipos estructurales?
El otro día recuperé la ilusión profesional. No estaba perdida pero estaba escondida. Todavía hay gente que se dedica a pensar y eso ilusiona y motiva, por lo menos a mi.
Miguel Aguiló, a quien no conocía más que de oídas, soltó una conferencia brutal sobre la vigencia de los tipos estructurales.
Parece una excusa para pensar sobre la razón del como hacemos lo que hacemos. Una visión desacostumbrada, que digo desacostumbrada, nunca vista.
Hasta donde yo pude disfrutar, habló de los tipos estructurales como el resultado del pensamiento de la sociedad ingenieril destinado a enunciar soluciones organizadas a problemas, en este caso, estructurales. Habló del topos, del typos y de la tectónica… ¡toma ya!, como conformadores de un diseño. O dicho en una píldora-titular, habló del topos como el sitio y las condiciones de partida de un proyecto; del typos o el pensamiento organizado del técnico que permite relacionar los problemas con una solución; y habló de la tectónica como conjunto de herramientas y ciencias auxiliares (materiales, análisis, detalles) que permiten diseñar y construir la solución tipológica elegida como respuesta al problema planteado.
Se planteó qué más de sí pueden dar los tipos actualmente establecidos, que lo han sido por que la historia de las estructuras los han colocado en ese lugar porque han sido diseños con éxito.
En el coloquio apareció una interesante vía de crecimiento de los tipos que, desde hace muchos años no se han modificado más que haciéndose estructuras más grandes, puentes más largos, más altos más anchos, pero los mismos puentes, los mismos tipos.
La posible forma de aumentar los tipos vendrá seguramente de una perspectiva meramente formal que hasta ahora ha estado claramente relegada por la perspectiva ortodoxa, estructural, funcional.
Supongo que el establecimiento de nuevos tipos o, al menos el intento (los tipos se establecerán solitos si tienen éxito) vendrá dado por gente de fuera de los ingenieros. Los tipos nuevos los diseñarán tipos con una cultura diferente, venidos en pateras culturales desde los inhóspitos desiertos del arte, de la forma, de la arquitectura. Eso es lo que dirán los ortodoxos.
Yo, desde aquí y desde ya doy la bienvenida a nuevas propuestas.
Se planteó también que el futuro del análisis está en la termodinámica, toma ya….
Cuidado, no vayáis a esbozar una sonrisita que lo dijo Calzón.
¡Julio!, yo, Emanem, me lo creo.
Miguel Aguiló, a quien no conocía más que de oídas, soltó una conferencia brutal sobre la vigencia de los tipos estructurales.
Parece una excusa para pensar sobre la razón del como hacemos lo que hacemos. Una visión desacostumbrada, que digo desacostumbrada, nunca vista.
Hasta donde yo pude disfrutar, habló de los tipos estructurales como el resultado del pensamiento de la sociedad ingenieril destinado a enunciar soluciones organizadas a problemas, en este caso, estructurales. Habló del topos, del typos y de la tectónica… ¡toma ya!, como conformadores de un diseño. O dicho en una píldora-titular, habló del topos como el sitio y las condiciones de partida de un proyecto; del typos o el pensamiento organizado del técnico que permite relacionar los problemas con una solución; y habló de la tectónica como conjunto de herramientas y ciencias auxiliares (materiales, análisis, detalles) que permiten diseñar y construir la solución tipológica elegida como respuesta al problema planteado.
Se planteó qué más de sí pueden dar los tipos actualmente establecidos, que lo han sido por que la historia de las estructuras los han colocado en ese lugar porque han sido diseños con éxito.
En el coloquio apareció una interesante vía de crecimiento de los tipos que, desde hace muchos años no se han modificado más que haciéndose estructuras más grandes, puentes más largos, más altos más anchos, pero los mismos puentes, los mismos tipos.
La posible forma de aumentar los tipos vendrá seguramente de una perspectiva meramente formal que hasta ahora ha estado claramente relegada por la perspectiva ortodoxa, estructural, funcional.
Supongo que el establecimiento de nuevos tipos o, al menos el intento (los tipos se establecerán solitos si tienen éxito) vendrá dado por gente de fuera de los ingenieros. Los tipos nuevos los diseñarán tipos con una cultura diferente, venidos en pateras culturales desde los inhóspitos desiertos del arte, de la forma, de la arquitectura. Eso es lo que dirán los ortodoxos.
Yo, desde aquí y desde ya doy la bienvenida a nuevas propuestas.
Se planteó también que el futuro del análisis está en la termodinámica, toma ya….
Cuidado, no vayáis a esbozar una sonrisita que lo dijo Calzón.
¡Julio!, yo, Emanem, me lo creo.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Como la vida misma
El otro día me pasó una cosa increíble. Os la voy a contar.
Soy Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y, claro, eché unos añitos en estudiar para tener un título. Y, ¡hombre! un título no es cualquier cosa, y de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos más aún, porque cuesta un trabajo, y un esfuerzo, que mis padres son de familia humilde, son seis años, en el mejor de los casos. Y los libros, y comer fuera de casa. En fin, un gasto. Y acabé la carrera.
Y ahora después de unos años, pues me he hecho algo de nombre, y tengo mis clientes y mis obras y un prestigio. Si, si, un prestigio. El chavalín aquel de Aluche pues es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y firma algunos proyectos. No, todos no, ojalá, solo algunos.
En fin, voy al grano. Hace cinco meses me encargaron un proyecto. Deprisa, como suele ser esto. Si sois de la profesión ya sabréis como va esto. Fue un conocido, Gutiérrez, que lo conocí en los toros. A los pocos meses me encargó un puente. Para mi, un puente, y en mi ciudad, pues es una cosa muy importante, una de mis aspiraciones en la vida, un objetivo.
Como os digo, el encargo vino muy deprisa, a grandes rasgos se trataba de un puente sobre una nacional de entrada a la ciudad. Una iniciativa privada había realizado una nueva urbanización, doscientas viviendas de buena planta, en una zona cercana al núcleo, casi urbana, a buen precio pero con mala comunicación. Bueno, en realidad el precio era como si estuviesen en la Cibeles, pero en el kilómetro siete. Hombre, no estaba mal, era bastante cerca. Se habían vendido como churros. El problema de los pisos era que se les había dado salida solo en dirección hacia fuera de la ciudad y, para entrar había que ir hasta el km.12, entrar en el segundo cinturón dirección oeste y recorrer dos kilómetros para hacer un cambio de sentido en un spagueti junction de esos, brutales, modernos, que como no te lo conozcas acabas con la lengua fuera pidiéndole al arbitro que acabe el partido. En fin, después había que desandar los dos kilómetros hacia el este y volver a entrar en dirección a Madrid, que en ese momento estaba todavía a doce kilómetros. La pera.
Pues bien, Gutiérrez, conocedor de los votos de esas doscientas familias, había tenido la buena idea de ofrecerles la construcción de un puente, financiado parcialmente por los vecinos y por el ayuntamiento. Claro, lo vecinos no tenían un poder adquisitivo importante. Gutierrez recordó que me conocía de los toros. Yo había aprovechado para contarle, entre pase y banderilla, que era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que tenía una empresa, una sociedad de ingeniería dedicada al proyecto de infraestructuras, bla, bla, bla…
El proyecto se sacaría por un importe total de un millón de euros. Un presupuesto inferior al que se merecía esa zona e inferior al que yo sabía, podía y tenía que hacer en mi ciudad, al lado de mi antiguo barrio. El proyecto había salido con el precio de un puente normal. No muy barato pero no con el dinero suficiente para construir el puente singular que debía construirise allí. No era el precio adecuado y así se lo hice saber a Gutiérrez. Él me dijo que no me preocupara. El proyecto tenía que salir y la financiación que involucraba a los vecinos estaba limitada. Firmaríamos el Proyecto y la Dirección de obra y una vez comenzadas las obras seguro que habría alguna forma de ampliar el presupuesto. Con estas, presenté un proyecto bastante ajustado a lo que yo había pensado que sería lo que esas familias se merecían y yo me merecía. Tengo un prestigio y no puedo hacer cualquier cosa. Tengo que hacer cosas de calidad, importantes. Tengo que mantener un sitio. Me lo merezco, mi oficina se lo merece y además Madrid debe asumirlo.
Tuve que poner algunas partidas del proyecto a un precio menor, eso sí, mantuve mis estándares de calidad. Ya hablaríamos de eso después. El puente debía ser como todos nos merecíamos. No había mucho tiempo para presentar el proyecto, no pudimos evaluar adecuadamente las partidas y sus precios y, como teníamos un tope, en realidad lo que hicimos fue ceñirnos al presupuesto con el que era posible hacer el puente. Para entendernos, Gutiérrez y yo no tuvimos más que mirarnos y esbozar una sonrisa imperceptible. “Sé que Gutiérrez piensa como yo. Una vez adjudicado, haremos el puente que yo quiero”
Presentamos el proyecto. Todas las propuestas habían sido comedidas formalmente y tenían un presupuesto parecido o algo mayor que el nuestro. Resultamos adjudicatarios por una pequeña diferencia. Firmamos que el puente se haría por 915.000 €.
El día que nos adjudicaron oficialmente el Proyecto y Dirección de Obra me fui a comer para celebrarlo con mis amigos y también invité a Gutiérrez.
Cinco meses después estoy escribiendo esto. No sigo contando más porque no me lo puedo creer aún. Os cuento todo esto desde mi despacho, después de haber mandado al carajo al nuevo concejal de transportes. A Gutiérrez lo sustituyeron después de las elecciones.
Es increíble. Llevamos mes y medio intentando convencer al nuevo Concejal de que el puente que se merece la ciudad y que yo, ganador del concurso, puedo hacer, debe ser un icono de Madrid. La calidad que mi oficina puede dar, mi prestigio. Un concurso ganado por un precio muy inferior al que debería. No hay derecho. En el norte, a Calzón le han dejado hacer un puente de la misma luz y que va a costar el doble de dinero. No me lo puedo ni creer. No pienso ir a una reunión más. Me he retirado. Le he enviado una carta de dimisión al Concejal y ¿sabéis lo que ha hecho?. Me ha de-nun-cia-do, porque dice que me he comprometido con el ayuntamiento y el ayuntamiento con la sociedad, mediante un concurso público. Pero bueno, ¡por dios! Todos sabemos como funciona esto, yo firmé un concurso por un precio, eso sí; pero todo el mundo sabe que eso se puede modificar, se debe modificar. Y me han ofrecido un incremento de gasto ¡de un 23 %! No me lo puedo creer. Yo pido un 53%, ¡qué menos que millón y medio de euros! para hacer un puente donde lo quieren hacer. Me niego a que mi nombre aparezca en ese puente si se hace a ese precio.
¡Nos veremos en el juez! ¡Que se habrán creido!
Todas los escenarios y personajes son totalmente inventados. (Viven en los medios). Lo que no quiere decir que esto no se parezca mucho a la realidad. Yo qué sé.
Soy Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y, claro, eché unos añitos en estudiar para tener un título. Y, ¡hombre! un título no es cualquier cosa, y de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos más aún, porque cuesta un trabajo, y un esfuerzo, que mis padres son de familia humilde, son seis años, en el mejor de los casos. Y los libros, y comer fuera de casa. En fin, un gasto. Y acabé la carrera.
Y ahora después de unos años, pues me he hecho algo de nombre, y tengo mis clientes y mis obras y un prestigio. Si, si, un prestigio. El chavalín aquel de Aluche pues es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y firma algunos proyectos. No, todos no, ojalá, solo algunos.
En fin, voy al grano. Hace cinco meses me encargaron un proyecto. Deprisa, como suele ser esto. Si sois de la profesión ya sabréis como va esto. Fue un conocido, Gutiérrez, que lo conocí en los toros. A los pocos meses me encargó un puente. Para mi, un puente, y en mi ciudad, pues es una cosa muy importante, una de mis aspiraciones en la vida, un objetivo.
Como os digo, el encargo vino muy deprisa, a grandes rasgos se trataba de un puente sobre una nacional de entrada a la ciudad. Una iniciativa privada había realizado una nueva urbanización, doscientas viviendas de buena planta, en una zona cercana al núcleo, casi urbana, a buen precio pero con mala comunicación. Bueno, en realidad el precio era como si estuviesen en la Cibeles, pero en el kilómetro siete. Hombre, no estaba mal, era bastante cerca. Se habían vendido como churros. El problema de los pisos era que se les había dado salida solo en dirección hacia fuera de la ciudad y, para entrar había que ir hasta el km.12, entrar en el segundo cinturón dirección oeste y recorrer dos kilómetros para hacer un cambio de sentido en un spagueti junction de esos, brutales, modernos, que como no te lo conozcas acabas con la lengua fuera pidiéndole al arbitro que acabe el partido. En fin, después había que desandar los dos kilómetros hacia el este y volver a entrar en dirección a Madrid, que en ese momento estaba todavía a doce kilómetros. La pera.
Pues bien, Gutiérrez, conocedor de los votos de esas doscientas familias, había tenido la buena idea de ofrecerles la construcción de un puente, financiado parcialmente por los vecinos y por el ayuntamiento. Claro, lo vecinos no tenían un poder adquisitivo importante. Gutierrez recordó que me conocía de los toros. Yo había aprovechado para contarle, entre pase y banderilla, que era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que tenía una empresa, una sociedad de ingeniería dedicada al proyecto de infraestructuras, bla, bla, bla…
El proyecto se sacaría por un importe total de un millón de euros. Un presupuesto inferior al que se merecía esa zona e inferior al que yo sabía, podía y tenía que hacer en mi ciudad, al lado de mi antiguo barrio. El proyecto había salido con el precio de un puente normal. No muy barato pero no con el dinero suficiente para construir el puente singular que debía construirise allí. No era el precio adecuado y así se lo hice saber a Gutiérrez. Él me dijo que no me preocupara. El proyecto tenía que salir y la financiación que involucraba a los vecinos estaba limitada. Firmaríamos el Proyecto y la Dirección de obra y una vez comenzadas las obras seguro que habría alguna forma de ampliar el presupuesto. Con estas, presenté un proyecto bastante ajustado a lo que yo había pensado que sería lo que esas familias se merecían y yo me merecía. Tengo un prestigio y no puedo hacer cualquier cosa. Tengo que hacer cosas de calidad, importantes. Tengo que mantener un sitio. Me lo merezco, mi oficina se lo merece y además Madrid debe asumirlo.
Tuve que poner algunas partidas del proyecto a un precio menor, eso sí, mantuve mis estándares de calidad. Ya hablaríamos de eso después. El puente debía ser como todos nos merecíamos. No había mucho tiempo para presentar el proyecto, no pudimos evaluar adecuadamente las partidas y sus precios y, como teníamos un tope, en realidad lo que hicimos fue ceñirnos al presupuesto con el que era posible hacer el puente. Para entendernos, Gutiérrez y yo no tuvimos más que mirarnos y esbozar una sonrisa imperceptible. “Sé que Gutiérrez piensa como yo. Una vez adjudicado, haremos el puente que yo quiero”
Presentamos el proyecto. Todas las propuestas habían sido comedidas formalmente y tenían un presupuesto parecido o algo mayor que el nuestro. Resultamos adjudicatarios por una pequeña diferencia. Firmamos que el puente se haría por 915.000 €.
El día que nos adjudicaron oficialmente el Proyecto y Dirección de Obra me fui a comer para celebrarlo con mis amigos y también invité a Gutiérrez.
Cinco meses después estoy escribiendo esto. No sigo contando más porque no me lo puedo creer aún. Os cuento todo esto desde mi despacho, después de haber mandado al carajo al nuevo concejal de transportes. A Gutiérrez lo sustituyeron después de las elecciones.
Es increíble. Llevamos mes y medio intentando convencer al nuevo Concejal de que el puente que se merece la ciudad y que yo, ganador del concurso, puedo hacer, debe ser un icono de Madrid. La calidad que mi oficina puede dar, mi prestigio. Un concurso ganado por un precio muy inferior al que debería. No hay derecho. En el norte, a Calzón le han dejado hacer un puente de la misma luz y que va a costar el doble de dinero. No me lo puedo ni creer. No pienso ir a una reunión más. Me he retirado. Le he enviado una carta de dimisión al Concejal y ¿sabéis lo que ha hecho?. Me ha de-nun-cia-do, porque dice que me he comprometido con el ayuntamiento y el ayuntamiento con la sociedad, mediante un concurso público. Pero bueno, ¡por dios! Todos sabemos como funciona esto, yo firmé un concurso por un precio, eso sí; pero todo el mundo sabe que eso se puede modificar, se debe modificar. Y me han ofrecido un incremento de gasto ¡de un 23 %! No me lo puedo creer. Yo pido un 53%, ¡qué menos que millón y medio de euros! para hacer un puente donde lo quieren hacer. Me niego a que mi nombre aparezca en ese puente si se hace a ese precio.
¡Nos veremos en el juez! ¡Que se habrán creido!
Todas los escenarios y personajes son totalmente inventados. (Viven en los medios). Lo que no quiere decir que esto no se parezca mucho a la realidad. Yo qué sé.
martes, 4 de noviembre de 2008
Más espaguetis
Spaghetti Junction is a nickname sometimes given to a complicated or massively intertwined interchange that resembles a plate of spaghetti, wikipedia.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Spaghetti bridge
Joder, es increíble, hay todo un mundo sobre los puentes hechos con espaguetis. Sí, con los espaguetis italianos, con los de pasta de comer de toda la vida, vamos.
La educación anglosajona parece ser que es más práctica y a la vez más competitiva que la que conocemos y que a los tíos les da por hacer concursos de lo que sea. Con eso resulta que los alumnos se esfuerzan, se documentan, se motivan, toman decisiones, trabajan en equipo y todo eso que parece imposible que haga un adolescente. Y, mira por dónde, un concurso de lo más extendido es el de hacer modelos de puentes con materiales asequibles y más concretamente con espaguetis (de pasta seca, sin cocer). Imagínate: miles de chavales en la edad del pavo pensando esquemas resistentes, comprando pasta en el supermercado, construyendo puentes en el salón de casa y sometiéndolos después a una prueba de carga el día de la competición...
Total que descubro que no sólo la ingeniería estructural hecha con las manos puede ser divertida si no que hay infinidad de pruebas documentales que lo demuestran: videos, imágenes, reportajes... Un universo por descubrir. Alucinante.
martes, 14 de octubre de 2008
De qué va esto
Aquí tenemos dos estructuras en medio de la nada. Falta el terraplén que defina la plataforma de lo que se anuncia una doble clazada de autovía y falta también la carretera o lo que sea que pasará por debajo. Por ahora es una obra en construcción, sin referencia y sin sentido.
Pero a mí esta imagen me resulta supersugerente. Es en sí misma una testificación de la presencia de la obra civil en el territorio. ¿Para qué coño sirven estos dos mamotretos? En esa primera pregunta que inevitablemente se nos viene a la cabeza radica el interés de la foto. De momento advierten que está teniendo lugar una transformación del paisaje. Anuncian futuras vías de conexión. Denotan la presencia de lo construido en lo natural. Son también piezas escultóricas a gran escala. Me recurdan las colosales esculturas de Heizer en su ComplexCity en el desierto de Nevada. Y eso sin mencionar la carga poética que tiene toda obra en construcción, en proceso; algo que está siendo pero que todavía no es. Poesía solo perceptible para un observador capaz de abandonar el lastre de objetividad de una formación racional en favor de las posibilidades de lo subjetivo.
¿Más ideas?
jueves, 26 de junio de 2008
NO SOY INGENIERO CIVIL
HOY SOY CORTOMETRAJISTA
y he encontrado este anuncio para la televisión, que aunque no sea un corto como tal, puede pasar perfectamente por uno de ellos.
Se trata de una historia contada en 47 segundos para promocionar a la empresa noruega "Hydro", que se dedica, entre otras cosas, a la producción y suministro de energía.
Sus jóvenes ingenieros prometen bastante...
domingo, 18 de mayo de 2008
martes, 6 de mayo de 2008
Otra forma de verlo
La ingeniería tiene lo que podríamos llamar la high engineering. Me atrevo a decir que de forma equivalente a lo que en la sociedad se conoce como high society; muy interesante para lectores apresurados, divertida y frívola.
Le pasa lo mismo pero aún más exageradamente, a la arquitectura. La arquitectura famosa es la de las estrellas, la de los arquitectos del top ten.
Al igual que las revistas rosas sacan a los famosos en sus páginas, nos enseñan sus casas y a sus hijos, se despiezan sus vidas fabulosas, con los arquitectos del star system pasa lo mismo. Las revistas de arquitectura se dedican, al menos las de mayor tirada, a hablar de ellos a vender fotografías preciosas de edificios preciosos. Estos arquitectos hacen casas unifamiliares de acomodados clientes o incursiones en mastodónticos edificios siempre singulares.
Echo de menos el pensamiento, la discusión sobre lo que se debe hacer, la creación de una ciudad, la incursión de la arquitectura en la sociedad, no en la alta sociedad.
Lo mismo pasa con la ingeniería. Aunque no es tan evidente como en la arquitectura, en la ingeniería civil se habla mucho de grandes obras y no de pequeñas obras, hablamos de la alta ingeniería y no de la ingeniería.
Me interesan más otros asuntos de la ingeniería, la autoría, la responsabilidad, la normativa, la dignidad del ingeniero de número y no del Martínez Calzón (al que admiro).
La singularidad de una disciplina hace muy interesante ese asunto pero no lo hace importante. Dejemos la ingeniería de las grandes obras para las revistas y blogs al uso. Hablemos de lo interesante que tiene la rutina. Discutamos de la universidad, de Bolonia, de la dignidad del ingeniero, de la investigación, del apoyo a la investigación, de la cooperación para el desarrollo,...
Dejemos algún hueco para las obras singulares, para las machadas, para las star, pero que no nos confundan, que no nos fagociten las ansias de fama.
¿Qué ha pasado en Zaragoza por la expo, además de tener veinte edificios preciosos y diez puentes preciosos?. ¿Ha mejorado Zaragoza?, ¿Mejoró Sevilla con la Cartuja o, al revés, se convirtió después de la Expo en una zona deshabitada, árida? ¿Por hacer las cosas de forma faraónica, pensando en pirámides, los sevillanos han tardado veinte años en darse cuenta de que la Isla de la Cartuja se podía aprovechar?
Hoy pienso así. Mañana,...
Le pasa lo mismo pero aún más exageradamente, a la arquitectura. La arquitectura famosa es la de las estrellas, la de los arquitectos del top ten.
Al igual que las revistas rosas sacan a los famosos en sus páginas, nos enseñan sus casas y a sus hijos, se despiezan sus vidas fabulosas, con los arquitectos del star system pasa lo mismo. Las revistas de arquitectura se dedican, al menos las de mayor tirada, a hablar de ellos a vender fotografías preciosas de edificios preciosos. Estos arquitectos hacen casas unifamiliares de acomodados clientes o incursiones en mastodónticos edificios siempre singulares.
Echo de menos el pensamiento, la discusión sobre lo que se debe hacer, la creación de una ciudad, la incursión de la arquitectura en la sociedad, no en la alta sociedad.
Lo mismo pasa con la ingeniería. Aunque no es tan evidente como en la arquitectura, en la ingeniería civil se habla mucho de grandes obras y no de pequeñas obras, hablamos de la alta ingeniería y no de la ingeniería.
Me interesan más otros asuntos de la ingeniería, la autoría, la responsabilidad, la normativa, la dignidad del ingeniero de número y no del Martínez Calzón (al que admiro).
La singularidad de una disciplina hace muy interesante ese asunto pero no lo hace importante. Dejemos la ingeniería de las grandes obras para las revistas y blogs al uso. Hablemos de lo interesante que tiene la rutina. Discutamos de la universidad, de Bolonia, de la dignidad del ingeniero, de la investigación, del apoyo a la investigación, de la cooperación para el desarrollo,...
Dejemos algún hueco para las obras singulares, para las machadas, para las star, pero que no nos confundan, que no nos fagociten las ansias de fama.
¿Qué ha pasado en Zaragoza por la expo, además de tener veinte edificios preciosos y diez puentes preciosos?. ¿Ha mejorado Zaragoza?, ¿Mejoró Sevilla con la Cartuja o, al revés, se convirtió después de la Expo en una zona deshabitada, árida? ¿Por hacer las cosas de forma faraónica, pensando en pirámides, los sevillanos han tardado veinte años en darse cuenta de que la Isla de la Cartuja se podía aprovechar?
Hoy pienso así. Mañana,...
viernes, 11 de abril de 2008
jueves, 3 de abril de 2008
Los puentes de Zaragoza 2008
Celebración de la ingeniería estructural
16 años después de la Expo de Sevilla, el puente conserva su poder simbólico y se erige en Zaragoza como hito de la exposición, de la ciudad y del río. Las jornadas de la apta nos han acercado a las obras en ejecución. La inmediatez del blog nos ofrece la posibilidad de valorarlas en caliente.
Pabellón Puente
Zaha Hadid se apoya en la idea del puente habitado para ofrecer una nueva aproximación a la concepción de puente. La voluntad expresiva, espacial y arquitectónica se impone sobre el concepto estructural. La imagen del gladiolo con la que ganó el concurso, la curvatura del eje, la acumulación de volúmenes no simétricos (pods), la libertad formal con que se define la composición de los elementos, se sustentan en una mirada de autor que busca dotar de riqueza y complejidad el espacio interior. Un ejercicio que exige un reto conjunto a las ingenierías y constructoras implicadas: Fhecor, Ideam, Dragados, URSSA. El resultado se anuncia como excelente referente mediático, auténtico must see de la Expo, y carga explosiva en la reflexión sobre los caminos a seguir en la ingeniería de puentes.
Pasarela de la Almozara
Javier Manterola plantea la más lograda de sus obras en su trayectoria de pasarelas curvas con atirantamiento a un lado. El acoplamiento entre flexión y torsión supera los 140 m de luz, mientras el pilono inclinado de 90 m de altura ancla sus tirantes de compensación en el propio río. Se hace emocionante atravesar la planta curva y caminar sobre el Ebro acompañado por el plano cónico de tirantes laterales.
Pasarela de la estación de Delicias
Para un difícil encaje en planta y alzado, Juan José Arenas y Guillermo Capellán plantean tres estructuras diferentes en las que destaca el tramo colgante autoanclado, suspendido y apoyado lateralmente sobre un mástil escultórico autoequilibrado. Obsesiva atención a los detalles con una voluntad formal inexplicablemente justificada en su autenticidad estructural.
Puente del Milenio
Juan José Arenas retoma la idea del puente de la Barqueta a gran escala: 216 m de luz. El uso de hormigón (H75 blanco autocompactable) en el arco superior lo convierte en una realización límite. Esta semana se ha completado la puesta en carga del arco mediante gateo en clave.
martes, 1 de abril de 2008
Otros blogs
Navegando por ahí he localizado estos blogs sobre el tema:
http://ingenieria-civil.blogspot.com/
http://ingciv.blogspot.com/
http://ingenieriaenlared.wordpress.com/
¿Aporta nuestro blog algo nuevo? Espero que sí.
http://ingenieria-civil.blogspot.com/
http://ingciv.blogspot.com/
http://ingenieriaenlared.wordpress.com/
¿Aporta nuestro blog algo nuevo? Espero que sí.
viernes, 28 de marzo de 2008
El estilo de hoy
En la década de los 90 empieza a fraguarse un nuevo planteamiento de las obras de ingeniería civil. Está motivado por una culminación de los procesos de evolución de las tipologías, por el gran dominio que la informática ofrece a los procesos de diseño y por un nuevo orden mundial fundamentado en el consumo continuo de novedad de las sociedades desarrolladas.
Hoy se pueden ver con algo de nitidez algunas claves de un nuevo estilo que se está consolidado en la ingeniería civil. Ese estilo de hoy se define a través de los siguientes puntos:
• La función deja de ser única. Se amplía el sentido del uso de la obra. Se atiende a varios tipos de fines, entre ellos los sociales, simbólicos, políticos y culturales.
• Se da por supuesto el conocimiento de la técnica y se precisa una especialización tecnológica capaz de superar los límites establecidos.
• La innovación es esencial para el progreso.
• Lo sostenible, lo ecológico y lo ambiental adquieren protagonismo. Se plantea una nueva conciencia del territorio.
• La tecnología de construcción, tanto clásica como moderna, es un patrimonio que el ingeniero debe saber aprovechar al máximo.
• Se amplía el catálogo de los procesos constructivos y, junto a los clásicos, se abren nuevos caminos para resolver con más posibilidades diferentes planteamientos.
• Se crea en equipo; lo cual no es incompatible con una concepción de autor, habitualmente indisoluble de las propuestas más interesantes.
• Se rompe la relación biunívoca entre forma y función. El interés se vuelca en la reinterpretación de los tipos.
• La escala de actuación permite una relación privilegiada de la obra civil con la naturaleza, pero la gran escala impone leyes más rígidas. Se ensaya en obras pequeñas innovaciones que se aplican después a tamaños mayores.
• Se cuida el detalle como valor creativo y elemento esencial en la concepción y en la realización de la obra.
• Se toma conciencia de un lenguaje propio, que en algunas ocasiones establece conexiones con el mundo y el lenguaje de la arquitectura, el diseño o el arte.
• La descontextualización, la ironía, la expresividad, el espectáculo, son completamente lícitos, siempre que no sean superficiales, sino que respondan o se conecten con un proceso auténtico de reflexión.
• Se generalizan los equipos pluridisciplinares y la relación transversal con otras profesiones, lo que se evidencia como clave para el progreso de la ingeniería civil. Compartir los conocimientos y el proceso creativo es esencial para impulsar esta evolución.
Hoy se pueden ver con algo de nitidez algunas claves de un nuevo estilo que se está consolidado en la ingeniería civil. Ese estilo de hoy se define a través de los siguientes puntos:
• La función deja de ser única. Se amplía el sentido del uso de la obra. Se atiende a varios tipos de fines, entre ellos los sociales, simbólicos, políticos y culturales.
• Se da por supuesto el conocimiento de la técnica y se precisa una especialización tecnológica capaz de superar los límites establecidos.
• La innovación es esencial para el progreso.
• Lo sostenible, lo ecológico y lo ambiental adquieren protagonismo. Se plantea una nueva conciencia del territorio.
• La tecnología de construcción, tanto clásica como moderna, es un patrimonio que el ingeniero debe saber aprovechar al máximo.
• Se amplía el catálogo de los procesos constructivos y, junto a los clásicos, se abren nuevos caminos para resolver con más posibilidades diferentes planteamientos.
• Se crea en equipo; lo cual no es incompatible con una concepción de autor, habitualmente indisoluble de las propuestas más interesantes.
• Se rompe la relación biunívoca entre forma y función. El interés se vuelca en la reinterpretación de los tipos.
• La escala de actuación permite una relación privilegiada de la obra civil con la naturaleza, pero la gran escala impone leyes más rígidas. Se ensaya en obras pequeñas innovaciones que se aplican después a tamaños mayores.
• Se cuida el detalle como valor creativo y elemento esencial en la concepción y en la realización de la obra.
• Se toma conciencia de un lenguaje propio, que en algunas ocasiones establece conexiones con el mundo y el lenguaje de la arquitectura, el diseño o el arte.
• La descontextualización, la ironía, la expresividad, el espectáculo, son completamente lícitos, siempre que no sean superficiales, sino que respondan o se conecten con un proceso auténtico de reflexión.
• Se generalizan los equipos pluridisciplinares y la relación transversal con otras profesiones, lo que se evidencia como clave para el progreso de la ingeniería civil. Compartir los conocimientos y el proceso creativo es esencial para impulsar esta evolución.
¿Qué es una obra civil?
En un intento de dogmatizar, sin complejos:
dogmatizar.
(Del lat. dogmatizāre).
1. tr. Afirmar con presunción, como innegables, principios sujetos a examen y contradicción.
Una obra civil es una actuación del hombre en la naturaleza que es utilizada para dotar de beneficios a la sociedad. La obra civil se puede llamar también obra pública, no en vano en algunos tiempos el ministerio encargado se ha denominado así.
Tradicionalmente las obras civiles existen en contraposición a las obras militares. En tiempos pasados, casi todas las obras tenían un exclusivo interés militar ya que los estados, ¿antes de la revolución francesa?, no tenían interés alguno en la utilización de los recursos propios para generar bienes sociales.
Por ello, el dinero lo utilizaban en obras que tenían interés estratégico militar.
Es cuando la burguesía alcanza el poder cuando los estados comienzan a pensar en el bien social y comienzan, por tanto, a utilizar el dinero en construir obras con ese interés.
Así se empezó a estudiar el territorio para organizarlo, abastecerlo, comunicarlo,...
Las obras civiles son, por tanto, el resultado de la iniciativa pública en el territorio, de tal forma que dicha actuación redunde en beneficio de la sociedad. Es, pues, una actuación social y útil.
Tradicionalmente las obras civiles existen en contraposición a las obras militares. En tiempos pasados, casi todas las obras tenían un exclusivo interés militar ya que los estados, ¿antes de la revolución francesa?, no tenían interés alguno en la utilización de los recursos propios para generar bienes sociales.
Por ello, el dinero lo utilizaban en obras que tenían interés estratégico militar.
Es cuando la burguesía alcanza el poder cuando los estados comienzan a pensar en el bien social y comienzan, por tanto, a utilizar el dinero en construir obras con ese interés.
Así se empezó a estudiar el territorio para organizarlo, abastecerlo, comunicarlo,...
Las obras civiles son, por tanto, el resultado de la iniciativa pública en el territorio, de tal forma que dicha actuación redunde en beneficio de la sociedad. Es, pues, una actuación social y útil.
jueves, 27 de marzo de 2008
¿Revista o fanzine?
Hace tiempo que teníamos ganas de hacer una revista de Ingeniería Civil. Una publicación periódica para presentar de forma diferente nuestra actividad. Quería ser joven, fresca, directa, dinámica, actual. Esa idea comienza hoy en forma de blog.
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