martes, 6 de mayo de 2008

Otra forma de verlo

La ingeniería tiene lo que podríamos llamar la high engineering. Me atrevo a decir que de forma equivalente a lo que en la sociedad se conoce como high society; muy interesante para lectores apresurados, divertida y frívola.
Le pasa lo mismo pero aún más exageradamente, a la arquitectura. La arquitectura famosa es la de las estrellas, la de los arquitectos del top ten.
Al igual que las revistas rosas sacan a los famosos en sus páginas, nos enseñan sus casas y a sus hijos, se despiezan sus vidas fabulosas, con los arquitectos del star system pasa lo mismo. Las revistas de arquitectura se dedican, al menos las de mayor tirada, a hablar de ellos a vender fotografías preciosas de edificios preciosos. Estos arquitectos hacen casas unifamiliares de acomodados clientes o incursiones en mastodónticos edificios siempre singulares.

Echo de menos el pensamiento, la discusión sobre lo que se debe hacer, la creación de una ciudad, la incursión de la arquitectura en la sociedad, no en la alta sociedad.

Lo mismo pasa con la ingeniería. Aunque no es tan evidente como en la arquitectura, en la ingeniería civil se habla mucho de grandes obras y no de pequeñas obras, hablamos de la alta ingeniería y no de la ingeniería.
Me interesan más otros asuntos de la ingeniería, la autoría, la responsabilidad, la normativa, la dignidad del ingeniero de número y no del Martínez Calzón (al que admiro).
La singularidad de una disciplina hace muy interesante ese asunto pero no lo hace importante. Dejemos la ingeniería de las grandes obras para las revistas y blogs al uso. Hablemos de lo interesante que tiene la rutina. Discutamos de la universidad, de Bolonia, de la dignidad del ingeniero, de la investigación, del apoyo a la investigación, de la cooperación para el desarrollo,...
Dejemos algún hueco para las obras singulares, para las machadas, para las star, pero que no nos confundan, que no nos fagociten las ansias de fama.

¿Qué ha pasado en Zaragoza por la expo, además de tener veinte edificios preciosos y diez puentes preciosos?. ¿Ha mejorado Zaragoza?, ¿Mejoró Sevilla con la Cartuja o, al revés, se convirtió después de la Expo en una zona deshabitada, árida? ¿Por hacer las cosas de forma faraónica, pensando en pirámides, los sevillanos han tardado veinte años en darse cuenta de que la Isla de la Cartuja se podía aprovechar?

Hoy pienso así. Mañana,...

5 comentarios:

emanem dijo...

Leo, recuerdas el fotomontaje que hiciste del "cementerio de las glorias". ¡ESO! es lo que yo quiero decir.

Leo dijo...

¡Qué alegría descubrir un nuevo post en el blog!
Me parece genial ampliar el horizonte.
Debo reconocer que personalmente me interesa más la realización límite, la obra que busca nuevos caminos. Pero también la nueva mirada, la opinión rompedora, el free your mind, la reinterpretación de lo conocido.
Esto y más propones con otra forma de verlo. ¡Me apunto!

daj dijo...

Estoy de acuerdo contigo, emanem.
Vivimos en la sociedad de la imagen, donde prima el efectismo sobre lo efectivo, y el adorno sobre lo fundamental. No digo que debamos negarnos al lucimiento, pero siempre que éste no sea el motivo de la obra.
Yo me inclino por dar valor al trabajo que día a día podamos hacer, y aprender a comunicar las bondades de las "pequeñas", en lugar de fijarnos únicamente en aquellas deslumbrantes.
Hacemos cosas útiles y así debemos venderlas. La belleza está en la utilidad. Lo que no quiere decir que tengamos que vender fealdad.

emanem dijo...

Leo. Ambos queremos "matar" a la "figura".
Yo propongo matarla por lo que hace y tú propones matarla para desbancarla.

Que el próximo post tenga la imagen del cementerio como excusa de nuestra próxima discusión.

Que quede claro qe yo tengo más adeptos (uno) que tú [:)]

Anónimo dijo...

Me habeis convencido. Me estoy conviertiendo en fan vuestra. Si puedo os haré publicidad.

El pensamiento crítico es fundamental. Simplemente, admirable. No me tenéis acostumbrada a esto.